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María F. Alvarez: “Palermo es nuestra casa, y ganar la Polla es un sueño”

  • Foto del escritor: Turf Diario
    Turf Diario
  • 9 sept
  • 3 Min. de lectura

Tras conquistar la Polla de Potrillos (G1) con Gardel Pass resume la magnitud de un logro que parecía esquivo. Un triunfo especial para un equipo que respira turf y que nunca dejó de creer


Walter Suárez, María F. Alvarez y Alfredo Camogli, recibiendo el trofeo de manos de Antonio Bullrich / HAPSA
Walter Suárez, María F. Alvarez y Alfredo Camogli, recibiendo el trofeo de manos de Antonio Bullrich / HAPSA

Por Simón Mitagtein

En un turf argentino donde las mujeres todavía son minoría, sobre todo en los roles de mayor responsabilidad, María F. Álvarez acaba de escribir una de esas páginas que quedarán para siempre. Junto a Wálter Suárez, su pareja y compañero de trabajo desde muchos hace años, lograron el triunfo más importante de su exitosa trayectoria, con Gardel Pass (Distinctiv Passion) en el Gran Premio Polla de Potrillos (G1), la primera escala de la Triple Corona en el Hipódromo de Palermo.

“Acabamos de ganar la Polla, que es el sueño de todo entrenador”, confiesa todavía conmovida. “Con Walter trabajamos desde siempre para esto: tener un potrillo distinto, uno capaz de pelear estas carreras, y esta vez se nos dio. Tres veces la habíamos corrido, incluso ganamos la de La Plata con Transónico (E Dubai), pero la de Palermo nos resultaba esquiva. Hasta ahora”.

Desde que Gardel Pass llegó al stud, todo lo hizo bien. “Es un potrillo manso, clasudo, que toma todo con naturalidad. Después de ganar el Goenaga (G2) en La Plata decidimos cuidarlo. No corrimos las Estrellas porque no estaba inscripto, lo llevamos al Cané (G2) y allí terminó tercero, en una cancha pesada que no le favoreció. Sabíamos que la milla de la Polla iba a ser un desafío, pero estábamos convencidos de que llegaría bien preparado. Y así fue”.

La planificación fue clave. Junto a Alfredo Camogli, el propietario de Gardel Pass, diagramaron cada paso con paciencia y precisión. “Con los potrillos hay que saber esperarlos. Alfredo sabe muchísimo y siempre tomamos las decisiones en conjunto, pensando en lo mejor para el caballo. Lo debutamos en 800 metros porque la genética de El Alfalfar es pura velocidad, pero estábamos seguros de que en mayor tiro iba a responder. Y no nos equivocamos”.

El triunfo tuvo, además, un valor simbólico imposible de medir. Palermo es su casa, el escenario que sienten propio. “Fue distinto a todo”, admite María, que ya suma más de 10 triunfos de G1. “Ganar la Polla acá, en Palermo, es un sueño cumplido. Sentí una emoción que nunca antes había sentido. Disfrutarlo con la gente que queremos, con Alfredo, que confió en nosotros durante tantos años, es increíble. Logramos también su primera Polla como propietario”.

El futuro de Gardel Pass todavía no está definido. “El caballo quedó perfecto después del esfuerzo”, explica. “En la semana nos vamos a juntar con Alfredo para decidir el próximo paso. El Jockey Club está cerca, es en el pasto y la distancia no será problema, pero no vamos a apurarnos. Tiene una salud de hierro y creemos que todavía no le encontramos el techo. Recuerdo a Furious Key (Key Deputy) que fue un gran caballo pero no tenía la salud necesaria y nos limitó con el tema de la distancia, así y todo ganó 17 carreras”.

Mientras tanto, en el stud, la atmósfera es distinta. “Nosotros vareamos los domingos, y el siguiente a la Polla se respiraba otra energía. Los chicos que trabajan con nosotros lo sintieron, sabían que habíamos conseguido algo grande, diferente. Porque ganar la Polla de Potrillos no es como ganar cualquier otra carrera”.

María Álvarez no suele aparecer en los reflectores, pero su rol es fundamental. Supervisa el stud, maneja cada detalle, coordina el trabajo diario de los más de 60 caballos que hoy entrenan. “Walter es el artífice de este logro. Él es el entrenador, pero trabajamos en equipo. A mí me toca manejar el stud, dejar asentados todos los trabajos, ver si comieron bien, controlar cada detalle. Somos un engranaje, y este triunfo es el premio a años de esfuerzo conjunto”.

En un turf donde todavía cuesta encontrar mujeres en puestos de mando, la historia de María F. Álvarez y Gardel Pass representa mucho más que un resultado. Es el triunfo de la constancia, de la paciencia, del trabajo silencioso. Es la demostración de que los sueños, cuando se trabajan, pueden cumplirse.

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